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El rol de las mujeres en la exigencia de justicia para Berta Cáceres

El respaldo y solidaridad de organizaciones de mujeres clave en la exigencia de justicia en el caso de Berta Cáceres

Celebramos y honramos la resistencia, valentía y solidaridad de las mujeres que, como Berta Cáceres, han sido ejemplo de lucha por la justicia, la defensa del medio ambiente y la soberanía de los pueblos.

El legado de Berta y la solidaridad de las organizaciones de mujeres y feministas en Honduras han sido claves para los avances alcanzados en la justicia en este caso. Sin embargo, debemos recordar que este proceso no solo es una batalla judicial, sino una lucha política y comunitaria que enfrenta la violencia estructural profundamente arraigada en el país.

La violencia de género que enfrentó Berta Cáceres, como mujer indígena y defensora de los derechos humanos, no fue solo un ataque a su persona, sino un ataque directo a las comunidades y sus formas de vida. La defensa del río Gualcarque, que Berta lideró, se convirtió en un punto de resistencia ante los intereses empresariales de la familia Atala y el modelo extractivista, que se intensificó pos golpe de Estado en Honduras.

La defensa que emprendimos no fue solo sobre el agua, la tierra o los recursos naturales: fue una lucha contra el colonialismo, el racismo y el sexismo que atraviesan tanto el sistema económico como las relaciones de poder en Honduras.

Durante el juicio contra David Castillo en el 2021 Gladys Tzul Tzul presentó su peritaje Análisis de la situación y condición de violencia que viven las mujeres indígenas y defensoras de Derechos Humanos: El Caso de Berta Cáceres y la defensa del río Gualcarque.” señaló que “El asesinato de mujeres cumple una función política de aterrorizar a las comunidades” evidenciando a la vez que la violencia contra las mujeres Lencas, en su lucha de defensa del río Gualcarque, es una manifestación de esta práctica, donde las mujeres son vistas como obstáculos a los intereses empresariales y, por ello, atacadas de manera sistemática. 

En el caso Berta Cáceres, esta violencia se evidenció en la persecución, vigilancia y hostigamiento que sufrió, lo que finalmente culminó en su asesinato. Tal violencia no solo se dirige hacia la persona de la defensora, sino que busca aterrorizar a las comunidades para frenar su lucha. 

En este contexto, las luchas comunales de las mujeres Lencas son reprimidas por diversos mecanismos de violencia. Como explica Tzul Tzul, “la violencia, el desprestigio y la muerte se usan para imponer inversión capitalista sobre tierras comunales” Tzul Tzul, . El asesinato de Berta Cáceres debe ser comprendido como un feminicidio territorial, un ataque a las mujeres defensoras que desafían el orden establecido para proteger su territorio y sus vidas. La intersección entre colonialismo, sexismo y racismo se muestra claramente cuando las resoluciones comunales sobre el territorio de Río Blanco son contradichas por intereses empresariales que ven en la tierra un recurso explotable, ignorando su dimensión ancestral y sagrada para los pueblos.

Las mujeres Lencas, en respuesta a esta violencia, han creado mecanismos políticos para resistir. Los Cortes Populares de Mujeres, impulsados por Berta Cáceres, son un ejemplo de cómo las mujeres se han organizado para enfrentar la violencia física, sexual y psicológica que atraviesa sus comunidades. “Berta Cáceres impulsó y apoyó los Cortes Populares de Mujeres para cuidar las tramas de lucha comunal y poner el problema de la violencia y el acoso como un asunto central a atender”Tzul Tzul

Sin embargo, las empresas, el Estado y el aparato militar atacan, difaman y hostigan a las mujeres líderes, como lo demuestra la persecución y criminalización que sufrió Berta Cáceres. “Las empresas, el Estado y las corporaciones masculinas atacan, desprestigian y hostigan a la dirigencia femenina difamando y criticando el estatuto de mujeres ante su familia y comunidad” Tzul Tzul. Esto se hizo aún más evidente cuando, a través de una alianza estatal-empresarial, la empresa DESA comenzó a vigilar y desacreditar a Berta Cáceres, acusándola de influir en las comunidades que se oponían a la construcción de la hidroeléctrica Agua Zarca.

Hoy, en el Día de la Mujer Hondureña, conmemoramos los logros alcanzados en el camino  hacia la justicia para las mujeres, y los pueblos y también reafirmamos nuestro compromiso de continuar la lucha por la justicia.

La experiencia de Berta Cáceres y las mujeres defensoras de derechos humanos sigue siendo una lección de resistencia y de la importancia de la organización colectiva frente a la violencia estructural. 

Las mujeres Lencas seguimos en la lucha por un país más justo, libre de violencia y con la demanda de derechos fundamentales para un futuro donde la defensa de la vida y la autonomía en nuestro territorio sea garantizado.

Sin el puño de la mujer no hay revolución.