Eventos y ActividadesNoticias

32 años de lucha y dignidad

El COPINH nació de la necesidad, de la adversidad, pero sobre todo de la esperanza. Hace 32 años, en medio de una Honduras marcada por la persecución y el despojo el 27 de marzo de 1993 se formalizó la fundación del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, un proceso que ya venía gestándose antes con la organización de las comunidades en defensa de sus derechos. Con valentía, levantamos nuestra voz como pueblo lenca, como comunidades que se negaban a seguir siendo invisibles. Eran años de represión, de injusticia, de miedo. Pero también fueron años de rebeldía.

Nuestro territorio, tan rico en bosques y ríos, estaba siendo saqueado por madereros y empresas con el aval del gobierno. Mientras tanto, nuestros derechos eran pisoteados, nuestra gente perseguida y silenciada. Fue en esas condiciones que decidimos no callar más. Nos organizamos primero para defender nuestra tierra y pronto nos dimos cuenta de que la lucha era más grande: era por la soberanía de nuestros territorios, por la defensa de la vida y por el derecho a existir como pueblo indígena.

Desde los primeros años, las peregrinaciones se convirtieron en un hecho histórico clave, no solo para nuestro pueblo, sino para todo el país. Estas movilizaciones fueron convocantes de las grandes necesidades de tierra, protección del bosque, defensa de los ríos y de la demanda por la garantía de derechos fundamentales. Recorrimos caminos, enfrentamos la represión y logramos que nuestra voz fuera escuchada en cada rincón de Honduras. 

Es entonces que el 27 de marzo de 1993 se desarrolla una reunión en la alcaldía de La Esperanza, departamento de Intibucá, siendo alcaldesa del municipio doña Austra Bertha Flores López, para formalizar la fundación de nuestra organización que en ese momento perseguía como objetivo la defensa de los bosques del departamento de Intibucá y el promover la cultura Lenca.

Hemos caminado un largo sendero de enseñanzas, luchas y victorias. Nos enfrentamos a sistemas de dominación que se sostienen con el saqueo de nuestros territorios y la explotación de nuestras comunidades. No fue fácil. Nos acorralaron, nos persiguieron, intentaron quebrarnos. Pero la organización creció: de Intibucá se extendió a La Paz, Lempira y a otros territorios. Nuestra lucha se convirtió en escuela, en movilización, en comunidad. Aprendimos que conocer nuestros derechos era el primer paso para hacerlos valer. Aprendimos que la tierra, el agua y el bosque tienen dueños legítimos: las comunidades que los cuidan. Pero aquí estamos. Porque la lucha no es solo por la tierra, es por la vida.

Estas acciones, junto a la lucha de otros pueblos indígenas, han sido fundamentales para visibilizar la existencia de los pueblos originarios como comunidades vivas y sujetos de derechos. No somos vestigios del pasado, somos pueblos con historia, con presente y con futuro.

Desde entonces, el COPINH ha sido semilla y raíz, fuego y montaña. Han pasado 32 años y seguimos aquí, con más fuerza, con más compromiso, con más amor por la vida. Nuestra lucha sigue, porque el camino de los pueblos no tiene fin, solo nuevos comienzos.

Celebramos 32 años de resistencia, de organización y de dignidad. Porque seguimos aquí, de pie, luchando.

“Con la fuerza ancestral de Berta, Lempira, Mota, Iselaca y Etempica se levantan nuestras voces llenas de vida, justicia, libertad, dignidad y paz”.