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Economía verde: una amenaza para los Pueblos Indígenas. 

En los últimos años, hemos escuchado mucho sobre la “economía verde”, una idea que promete cuidar el medio ambiente mientras genera ingresos. Sin embargo, detrás de esta propuesta, se esconden proyectos que destruyen la autonomía de las comunidades indígenas. En Honduras, el 85% de los bosques están en territorios indígenas, y son esos mismos territorios los que están en peligro para entrar en lógicas mercantiles de empresas que lucran vendiendo “servicios ambientales” a otras empresas que contaminan el planeta.

Un ejemplo de esto es la oferta de servicios ambientales para generar “carbono”. Estos proyectos dicen que van a combatir el cambio climático, pero en realidad nos llevan a mercantilizar los bienes naturales que han sido un bien común de los pueblos y pueden llevarnos a dividir a las comunidades metiendo la ambición en algunos de nuestros compañeros y compañeras. Pueden propiciar el perder nuestras tierras, aquellas que ancestralmente trabajamos, cuidamos y defendemos. 

La economía verde y todos sus proyectos derivados son falsas soluciones ambientales que no atacan la raíz del problema, que es un consumismo sin fin y la destrucción intrínseca al capitalismo. Bajo estas propuestas, no se busca cambiar el sistema destructivo que explota a la naturaleza, sino perpetuarlo bajo un disfraz “verde” que en realidad sigue poniendo en peligro nuestras tierras y nuestra vida.

Para nosotros y nosotras, los pueblos indígenas, el bosque y la madre tierra no deben ser una mercancía para la ganancia económica de quienes están poniendo en riesgo el futuro de la humanidad. La lucha por defender nuestro territorio es una lucha por proteger nuestras formas de vida, nuestra agua, nuestros alimentos y nuestro futuro. Sin embargo, estos proyectos de “economía verde” no respetan nuestros derechos ni nuestras necesidades. Se imponen sin consultarnos y sin entender cómo protegemos nuestras tierras.

La verdadera solución para cuidar los bosques y enfrentar el cambio climático no está en estas falsas promesas de la economía verde, sino en defender a quienes hemos protegido los bosques durante generaciones. Somos los guardianes de la naturaleza, y es necesario respetar nuestra autonomía y defender nuestro derecho a decidir sobre nuestros territorios.

Hoy más que nunca, debemos unir fuerzas para rechazar estos proyectos que solo traen más destrucción. Defender nuestra tierra es defender la vida de nuestros pueblos. Las soluciones deben venir desde nuestras comunidades, respetando nuestras tradiciones y nuestra relación con la naturaleza.

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