En el día internacional de los Pueblos Indígenas, el COPINH le sigue apostando a desmontar las múltiples formas de dominación.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 9 de agosto como Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Se reconoce en esta fecha a las diversas culturas existentes en un mundo en el que convivimos más de 5000 pueblos indígenas, con más de 370 millones de hombres y mujeres, en 70 países.
En Nuestra América la celebración tiene un tono particular, por realizarse en un continente modelado brutalmente a través de sucesivos genocidios y misiones evangelizadoras colonialistas de quienes se creyeron o se creen portadores de una “cultura superior”. Estos “civilizadores” han establecido a sangre y fuego en nuestras tierras la dominación capitalista, patriarcal, racista, sobre quienes consideraron –y siguen considerando- “salvajes” e incluso “amentes” o “sin alma”. Es en nombre de esa “civilización superior”, en nombre de su pregonado “progreso” y “desarrollo”, que saquearon nuestros territorios ancestrales, asesinaron a nuestros pueblos, violaron a nuestras mujeres, destruyeron la biodiversidad y devastaron a la Naturaleza y los continúan y lo profundizan.
Honduras ha sufrido los golpes demoledores de la cultura considerada superior. Los procesos de independencia nunca alcanzaron al conjunto de derechos de nuestros pueblos. Fueron frustrados por las élites que se hicieron del poder, de las riquezas, a base de violencia. El golpe de estado y el régimen que lo continúa, refuerzan esas múltiples y violentas opresiones. La dictadura ha impuesto el completo dominio de los sectores del poder transnacional sobre nuestras tierras, nuestros cuerpos, nuestros ríos, nuestras identidades, nuestras distintas maneras de comprender el mundo y de vivir en él. Se ha profundizado la subordinación del país a los centros del poder mundial.
Los pueblos indígenas y negros hemos sufrido y sufrimos todavía especialmente en nuestras vidas estos siglos de coloniaje. Recibimos duros golpes a partir del establecimiento del régimen dictatorial.
Siempre hemos resistido y lo seguiremos haciendo, no porque nos guste hacerlo como “modo de vida” o por “conseguir limosnas”, sino porque no nos han permitido elegir la manera de hacerlo… y porque no nos da la gana bajar la cabeza y aceptar la manera en que ellos nos dicen que tenemos que ser, que vivir, que pensar, que creer, e incluso que participar. Porque no nos gusta tampoco el modo de vida de quienes se acomodan en el poder sordo y opresor y se hacen parte de su cultura legitimadora de la dominación, de su consumismo, de sus prepotencias, de sus jerarquías, de sus voces de orden.
No aceptamos, por ejemplo, que la única concepción del poder que se nos pretende imponer, sea la que se construye desde el poder colonial racista y capitalista. No aceptamos, por ejemplo, que se crea que la única manera de participar, es depositar un papel en una urna, a cualquier costo y en cualquier contexto. No aceptamos, por ejemplo, que se desprecie y se descalifique a quienes pensamos de manera diferente a la lógica cultural homogeneizada en la “universalidad” occidental y europea.
Más de cinco siglos de resistencia nos dan experiencia, vida colectiva, respeto a las comunidades, desprecio al sistema de orden y mando.
Quienes subestiman nuestra resistencia, tratan al mismo tiempo de robar nuestros saberes ancestrales, nuestra medicina, nuestras semillas, nuestros tejidos, para volverlos mercancías. Lentamente van comprendiendo que su “modo de vida” enferma, contamina, agota a la naturaleza, y va alcanzando incluso a sus propias familias. Destruyen el monte para sembrar farmacias. No aceptamos su modo de vida.
En más de cinco siglos de resistencia hemos sabido defender nuestras culturas, nuestros sueños, nuestras rebeldías. Porque resistimos tenemos dignidad. Porque resistimos tenemos memoria. Porque resistimos tenemos legitimidad en nuestras acciones y en nuestras palabras, que no se distancian unas de otras. CÓMO PENSAR QUE, QUIENES HEMOS RESISTIDO POR CINCO SIGLOS NO TENEMOS NADA? QUE LO HEMOS PERDIDO TODO? CÓMO IGNORAR QUE LA DIGNIDAD DE ESTAS NACIONES ESTÁ BASADA EN LAS FORMAS DE VIDA, LA RIQUEZA, EL APORTE, LA INTELIGENCIA, LA SABIDURÍA, LOS BIENES NATURALES Y SU DEFENSA, LA MEMORIA HISTÓRICA, LAS INSURRECCIONES, Y LA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS?
Superiores se han creído los conquistadores y los evangelizadores españoles, portugueses, franceses, ingleses, holandeses en Nuestra América. Superiores se han creído los nazis en Europa. Superiores se creyeron los yanquis en Vietnam, en Irak, en Afganistán, y en nuestro continente.
No es en sus mismas lógicas, con sus armas, con sus conceptos impuestos como los pueblos los enfrentamos. Es por el contrario, desde nuestras históricas identidades, culturas, experiencias. Así nos enseñaron los luchadores contra el coloniaje como Etempica, Lempira, Satuye, Barauda, Morazán, Simón Rodríguez, José Martí en nuestro continente, como Pasionaria y los luchadores y luchadoras antifascistas en Europa, como Ho Chi Minh y el pueblo de Vietnam.
Hoy en el Día de los Pueblos Indígenas, desde el COPINH alzamos una vez más nuestras voces rebeldes, para denunciar al coloniaje que continúa robando nuestras tierras, contaminando y privatizando nuestros ríos, desconociendo nuestras voces y nuestras maneras de vivir y de organizarnos.
Queremos también invitar a la reflexión a aquellos compañeros y compañeras con quienes hemos compartido desde el golpe de estado todas las acciones de enfrentamiento a la dictadura, poniendo día a día nuestros cuerpos y nuestras vidas en las mismas, y que hoy para disentir de nuestras posiciones, apelan a los más burdos argumentos y métodos del racismo, del colonialismo, del machismo. La batalla de ideas no puede realizarse desde la descalificación de las diferencias, desde el desprecio o la subestimación a quienes pensamos otros caminos.
Lamentamos que incluso desde el liderazgo del FNRP se haya atacado a quienes no aceptamos integrarnos en el Frente Amplio, con argumentos que bien pueden comprenderse desde la práctica política conservadora y agotada, como la identificación del poder con el juego electoral; pero que no necesariamente se inscriben en las muchas perspectivas culturales y políticas de nuestros pueblos.
Resistir compañeros y compañeras del FNRP, en un país con bases militares norteamericanas, con un sistema político que legitimó el golpismo, con Fuerzas Armadas y represivas educadas para matar, torturar, desaparecer, con una estructura económica que sustentó y sigue sustentando al poder transnacional, con una estructura judicial funcional a ese poder, es una manera de ser muy dignos y dignas, y de preservar nuestra autonomía de acciones y de palabras.
Resistir para el COPINH, es la manera de crear poder popular desde la base, y no esperar que nos iluminen profetas políticos, religiosos, o de cualquier origen. Es creer en nuestras creaciones. Es inventar un nuevo país. Es no renunciar a la Refundación de Honduras, desde el corazón y los cuerpos de nuestro pueblo rebelde. Es no aplazar indefinidamente la convocatoria a una Asamblea Constituyente, en la que cada una de las propuestas realizadas por nuestras comunidades tenga su lugar. Es pensar a Honduras, en la perspectiva de la emancipación americana, anticolonial, antipatriarcal, anticapitalista.
Resistir es desconocer a quienes desconocen que la Resistencia Hondureña no puede ser privatizada en un partido para unos pocos. Resistir es desconocer a quienes desconocen a la resistencia de más de cinco siglos en estas tierras. Resistir es hacer del poder del pueblo, no una consigna de café, sino una creación cotidiana, escuchando a las comunidades, sin pretender imponerles los intereses o las miradas de una élite, que pretende ser portadora de las ideas civilizatorias más avanzadas.
La Refundación de Honduras es un camino colectivo, plural, diverso, en el que seguiremos soñando otras maneras de encuentro entre nosotros y nosotras, con la naturaleza y con los pueblos del mundo. Y soñamos haciendo. Soñamos creando. Soñamos luchando. Soñamos inventando el camino. Soñamos cantando.
Con la fuerza ancestral de Iselaca, Mota, Etempica y Lempira se levantan nuestras voces llenas de vida, justicia, dignidad, libertad y paz.
¡No pedimos ningún favor, exigimos nuestros derechos!
09 de agosto del 2011, La Esperanza, Intibucá, Honduras.