Nuestras Palabras

Los Hijos del Maíz y la Tierra contra la invasión transgénica

Por COPINH *

Actualidad Étnica, 02/10/2007. El 14 de septiembre del año 2004, una figurilla antropomorfa de jade del dios del maíz, Hun Nal Ye, considerada patrimonio mundial, fue sustraída del Museo de la República, en la antigua Casa Presidencial de Honduras, mientras en ese lugar se celebraba la boda de miembros de la oligarquía nacional.

La estatuilla del Dios del Maíz fue tallada en jade y encontrada en 2001 por el arqueólogo japonés Seiichi Nakamura, cuando se descubrieron más de 30 tumbas y osamentas pertenecientes a 16 reyes mayas.

Para los habitantes del territorio conocido como Mesoamérica, el maíz es la base de nuestra cultura. Como sabemos por la lectura del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, Hun Nal Ye baja al inframundo en busca de la montaña escondida de los mantenimientos, el lugar donde se guardaban las mazorcas de maíz amarillo, sapalotes, rojas, tizates, negras y blancas.

El mismo Hun Nal Ye es un personaje central del momento del génesis maya, cuando viaja en la canoa del cocodrilo y riega las semillas del maíz (las Pléyades) sobre el fogón del universo (Orión). Este fenómeno astronómico se repite dos veces al año (el 3 de febrero y el 11 de agosto) y señalan la creación del mundo y el comienzo del nuevo año maya.

La deplorable pérdida de la pieza antropomórfica de jade, no es nada comparado con el robo genético que se está perpetrando en la actualidad, y que se ha venido fraguando desde hace décadas. La erosión genética causada por la introducción de variedades de maíz transgénicos, ha dado lugar a un hibridación de las variedades autóctonas, poniendo en peligro el futuro del maíz nativo y entregando de esta forma la cadena alimenticia a las multinacionales farmacéuticas y agroindustriales que vienen tratando de imponer la producción mundial de plantas alimenticias transgénicas.

Desde el 2002 el Sr. Pepe Lobo sembró la variedad de maíz B Th, en el Valle del Guayape, Olancho, sin tomar las medidas precautorias que exige una planta de polinización abierta, sobre todo en el lugar de origen de la especie. Al mismo tiempo que el PMA (Programa Mundial de Alimentos) ha repartido entre sus donaciones el maíz BT 1 y Starlink, el cual fue retirado del mercado de los Estados Unidos, por ser considerado no apto para el consumo humano. Pruebas de biodetección realizadas en Guatemala, Nicaragua, Colombia y Bolivia, han señalado la presencia de maíz starlink en las donaciones del PMA.

De comprobarse esta ultima aseveración en el caso de Honduras, podemos decir que la mayoría de las especies locales ya han sido contaminadas con un maíz no apto para la alimentación humana, situación que podemos atrevernos a llamar un sabotaje a la dieta del pueblo hondureño.

En el tema de los agrocombustibles mal llamado biocombustible, en especial el etanol a base de maíz, desató el año pasado el retiro de parte de los Estados Unidos de 40 millones de toneladas de maíz. De inmediato implicó un desabastecimiento que incidió en un súbito aumento del precio, situación que afecta a los estratos más pobres del planeta. La producción de etanol en los USA, está absorbiendo los excedentes de maíz que ya sirvieron durante años para invadir los mercados locales y poner a indígenas y campesinos-as en una situación más que precaria.

La exportación durante décadas de maíz subsidiado de los Estados Unidos, ha causado estragos en el medio de los productores locales, los que paulatinamente fueron abandonados la producción del cereal, dada la injusta competencia que se presentaba. Ahora el etanol se convierte en el nuevo mercado para el maíz, mientras la tortilla en mesoamerica se dispara a precios desconocidos para un pueblo que cada día se sume más en la pobreza.

La posición asumida en un principio por la Secretaría de Agricultura y ganadería (SAG) a mediados de este año de frenar la producción de maíz transgénicos en el país, fue modificada dadas las presiones de las transnacionales agroindustriales y de la Secretaria de Recursos Naturales (SERNA) que invocaron al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA) para suspender la iniciativa de la SAG.

La pérdida de la seguridad alimentaría en las últimas décadas se ha agudizado con el ascenso vertiginoso que tuvo el petróleo el año pasado. El auge que ha causado en materia de producción de agrocombustibles pesa sobre la alimentación de los países más pobres, los que ven un incremento en la siembra de plantas oleaginosas, caña de azúcar y maíz, destinados a la producción energética dejando relegado la alimentación a un segundo plano.

La era de los agrocombustibles impulsa el cultivo del maíz transgénicos, y por supuesto es la oportunidad que esperaban las transnacionales farmacéuticas y agroindustriales (en especial Monsanto ) que producen las semillas genéticamente modificadas, para inundar a Mesoamérica con variedades transgénicas de maíz, de la misma forma que lo hicieron con la soya en Argentina.

Una de nuestras mayores preocupaciones es referente a la salud. Los casos que se han presentado con el maíz Starlink y el arroz Libertylink, productos transgénicos en los que ha sido corroborado el perjuicio que causan a la salud humana.

En la última reunión de los ministros del agro centroamericano, determinaron la zonificación de la siembra del maíz transgénico en los países del istmo. La siembra por departamentos no es garantía para evitar el trasiego de las semillas transgénicas y la contaminación a las zonas supuestamente señaladas como \“islas genéticas\”. Al mismo tiempo que el maíz distribuido como parte de la ayuda alimentaría, puede ser el origen de una severa erosión genética. Los ministros centroamericanos al reunirse obviaron la aplicación del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas, que les otorga a los pueblos el poder de decisión sobre la forma de desarrollo que les es beneficioso.

Las aseveraciones de parte de científicos asociados a centros de investigación agrícolas (Zamorano), que excluyen los riesgos que puedan conllevar la siembra de transgénicos; desconocen los factores culturales y ancestrales. El maíz no fue inventado por MONSANTO, es el producto de cientos de años de innovaciones realizadas por los pueblos originarios de Mesoamerica, los que transformamos la gramínea conocida como teocintle en lo que hoy en día conocemos como el maíz. Por consiguiente, la intervención de las compañías farmacéuticas y agroindustriales no es más que un robo descarado de nuestro conocimiento tradicional. Este robo es una flagrante violación del Articulo 8j y 10c del Convenio de Diversidad Biológica y el Convenio 169 los que han sido firmados y ratificados por el Estado de Honduras y de paso es vinculante.

Honduras firmó el Protocolo de Bioseguridad, conocido como el Protocolo de Cartagena, sin embargo no lo ha ratificado. Este es un convenio internacional esencial para evitar la introducción masiva de semillas y regular la importación de comida procesada que contenga transgénicos y de esta forma evitar la introducción de productos alimenticios que contenga trazas de transgénicos.

Hun Nal Ye, uno de los creadores de mundo se encuentra a punto de pasar a ser propiedad de Monsanto, Dupont, Aventis, Bayer y otros piratas de la vida. Los hijos y las hijas del maíz, el copal y la tierra, de Iselaca y Lempira, demandamos el respeto a nuestra biodiversidad, a nuestra herencia milenaria como es el maíz, a nuestra cultura, conocimiento ancestral y salud, exigimos se detenga de inmediato la importación, trasiego, cultivo y comercialización de semillas transgénicas, especialmente de maíz transgénico y demandamos poner fin al saqueo trasnacional y de empresarios nacionales.

Por el Pueblo Lenca,
COPINH.